Locamente se amaban, sucumbían en deseos hambrientos y de ansia morbosa por cada pedazo de sus cuerpos, por cada aroma de su sexo, por cada gota de sudor que saciaba la sed que quedaba al final de sus gemidos.
Lenguas envueltas en viscosos sabores que incitaban al éxtasis, su euforia embriaga y aumenta las ganas del mal, perversos hechizos de semen y flujo, violencia y fuerza los envuelve, desgarro y gemidos acarician sus almas, ningún se queja, ninguno reclama, no existe el dolor.
Borrosa es cada mirada, un juego, una fricción, casi desnudos, caricias de niños, caricias de loco, recorren su ansias, palabras de ellos, secretos de nadie. El amanecer es húmedo y el cansancio los vence, almohadas y sabanas fundidas se quedan, son ramas de hiedra a esperas de gotas.
Lenguas envueltas en viscosos sabores que incitaban al éxtasis, su euforia embriaga y aumenta las ganas del mal, perversos hechizos de semen y flujo, violencia y fuerza los envuelve, desgarro y gemidos acarician sus almas, ningún se queja, ninguno reclama, no existe el dolor.
Borrosa es cada mirada, un juego, una fricción, casi desnudos, caricias de niños, caricias de loco, recorren su ansias, palabras de ellos, secretos de nadie. El amanecer es húmedo y el cansancio los vence, almohadas y sabanas fundidas se quedan, son ramas de hiedra a esperas de gotas.